lunes, 30 de marzo de 2009

Chopin II


"Cette musique légère et passionnée que ressemble à un brillant oiseau voltigeant sur les horreurs d'un gouffre"

Cada uno de los preludios de Chopin es una introducción a un sueño, a un lugar lejano. Sin embargo, es en su conjunto donde alcanzan su máximo valor, en una continua secuencia de contrastes y evocaciones. Interpretar a Chopin es siempre muy difícil; lo más normal es dejarse caer en la exageración y el manierismo, aunque el miedo a pasarse nos conduce irremediablemente a una ejecución fría y distante. Como prueba, esta versión del preludio 24 (no estoy seguro del pianista), en una interpretación correcta, pero que me parece demasiado distante comparada con la primera, que desde el primer instante la siento más apasionada. Como ejemplo de lo contrario estaba buscando el preludio n4, casi siempre demasiado meloso, pero he encontrado esta interpretación (por una tal Aldona Dvarionaite) que casi es de mi gusto (el tiempo ha pasado y ya no, ahora soy más exquisito). Chopin debe ser expresivo, pero no se puede imponer. En la anterior interpretación el tiempo se hace tan pesado, con notas que nunca acaban de llegar (¡menudo ritardando que se marca al final!); al hacerlo demasiado obvio se pierde parte de la belleza de la obra, por eso hay que encontrar un equilibrio. Aunque esto no es un defecto para todo el mundo y, si no, escuchad al señor Peich.
Precisamente uno de los aspectos que más me gusta de Chopin es su increible capacidad para alternar el tono de sus composiciones, de la más devastadora desolación a la ligereza de los bailes de salón, todo ello separado mágicamente por una breve línea de compás. Como referencia, valdría casi cualquier obra de Chopin, es algo muy característico en él, así que os dejo que lo descubráis por vosotros mismos (probad con el último enlace de Chopin I).
Históricamente Chopín también ha tenido un papel muy señalado. Desde Chopin, ningún pianista que se precie lo ha podido dejar de lado, más al contrario, suele ser una referencia clara y declarada que ha guiado a las generaciones posteriores (en esta versión que me incomoda sutilmente, con partitura). En este sentido, sus estudios son una pieza importante que viene a cubrir un hueco que se había ido creando en el repertorio de formación de los músicos modernos, o así lo entendía el propio Chopin según uno de mis discos. El caso es que Chopin sigue siendo fiel a sus emociones incluso cuando parecería más natural abandonarse al academicismo. ¡Hurra por Chopin!
Bueno, aquí algunos estudios más o menos aleatorios. Sabed que están organizados en dos opus diferentes, el 10 y el 25. Los segundos son más modernos.

Op 10

Op 25
11 (este me gusta mucho, si pudiera tocarlo... ¡ay, si pudiera!)

Aunque a estas alturas parezca increíble, aún no hemos sino rascado la superficie de la obra de Chopin. No hemos nombrado las sonatas, ni sus polonesas, las obras orquestales, ¡los valses! un sin fin de posibilidades. Os recomiendo que curioseéis por youtube, aunque os advierto de que hay muchas versiones muy malas circulando. Lo mejor es que creéis vuestro propio juicio, como siempre en la vida y más si se trata de música... "de internis neque ecclesia". Aunque no he escrito hoy demasiado ni me encuentro especialmente inspirado, lo cierto es que hay enlaces para rato, así que será mejor publicar de una vez por todas esta pobre entrada, tan abandonada por tanto tiempo. En la próxima entrada espero tratar algún tema diferente, para desengrasar un poco. Pero estad atentos, el mes que menos lo esperéis... ahí estaré yo, cantando desde las sombras.